La primera publicación de esta entrevista fue aquí: https://www.tebeosfera.com/documentos/la_sombra_del_ilustrador._entrevista_con_albert_tarrago.HTML
ENTREVISTA A ALBERT TARRAGÓ
Todas las anotaciones que van entre corchetes [ ] han sido hechas por el entrevistador.
El jovencísimo Albert Tarragó, trabajando en los cómics de Fernando Fernández |
¿Dónde y cuándo naciste? ¿Hubo alguna razón particular que
desarrollara tu afición al dibujo, como tu entorno familiar o social?
Nací en Barcelona
en abril de 1969.
De mi entorno
familiar sólo recuerdo algunos viejos cuadros de bodegones pintados con cierta
gracia por algún antepasado ya fallecido y un misterioso retrato al óleo de mi
madre con un sombrero vietnamita, tipo cono de paja, pintado cuando ella
tendría unos 15 años (creo que se lo pintó una amiga). Por lo demás, mi padre
había sido aprendiz de joyero hasta que su madre le obligó a meterse a trabajar
en la factoría Olivetti de máquinas de escribir. Creo que la frustración de mi
padre por no haberse podido dedicar a la joyería fue el principal estímulo para
que yo no siguiera sus pasos (él murió a los 52 cuando yo apenas tenía 16
años). Lo demás lo hicieron mis abuelos maternos enmarcando con gran orgullo
mis más tempranos dibujos.
Yo había dibujado
desde que tengo uso de razón. Recuerdo que tomaba los apuntes de historia mediante
dibujitos tipo monigote a modo de ilustraciones que me servían para recordar
vagamente los hechos en forma de película en lugar de tener que transcribirlos
en palabras. Los cómics de Mortadelo
y del "TBO" me apasionaban
y pronto pasé a los de superhéroes, cuyos dibujos copiaba con mucho esmero.
Tal pasión por
los cómics me llevó a asistir a los primeros Salones del Cómic de Barcelona,
donde conocí a Joso [alias del
dibujante Josep Solana Zapater]
[todas las acotaciones marcadas entre corchetes son notas añadidas por el
entrevistador] cuando recién había inaugurado su escuela en un edificio de la
Gran Vía. Tras asistir a mi primera feria, mi padre me acompañó a recoger un
premio a la Escola Joso, que resultó
ser una campaña para captar alumnos.
(El premio era un
bolígrafo. Lo cierto es que era un bolígrafo muy roñoso; de esos con un botón
en la parte trasera para esconder la punta; pero se veía de mala calidad, de
color naranja butano, del tipo de bolígrafos en los que se les imprime el logo
para regalos publicitarios, pero en el que Joso
se había ahorrado el logo, tal vez para darle un punto de solemnidad. Yo
supongo que mi padre se olió algo de tongo en eso de que había ganado un premio
de dibujo que tenía que pasar a recoger por la escuela y en cuanto vio el
obsequio se percató de la jugada promocional a costa de la ilusión de los
chavales ingenuos.)
En esa ocasión mi
padre no me apuntó, argumentando que eso no era una profesión de futuro y que
de Picassos había muy pocos en la vida. El caso es que entonces no entendía
¿por qué unos años antes me había apuntado a clases de pintura con esa vecina
artista del barrio?... De mayor entendí que esas cosas se hacen para que los
chavales no anden por la calle haciendo gamberradas.
Durante mi visita
al siguiente Salón del Cómic, Fernando
Fernández había abierto otra escuela junto con Manfred Sommer y Leopoldo
Sánchez Ortiz. El caso es que los tres estilos de dibujo me sonaban de
haber leído sus historietas en la revista "1984", de modo que yo ya era plenamente consciente que el
estilo de Fernando me recordaba una
temática de ciencia ficción y fantasía que me atraía más que las historias tipo
thriller y de cómic serio de los otros dos. Participé en el concurso de dibujo
que habían organizado a modo de campaña de márketing, parecida a la de Joso del año anterior. Este concurso
era más serio porque los premios eran un fabuloso lote de cómics y un enorme
original en carboncillo (de dos metros) de uno de los tres profesores estrella
de la escuela, a elegir.
Casualmente yo
gané el tercer premio y el tipo que atendía el stand me dio a elegir entre uno
de los originales. Opté por quedarme con el dibujo de Fernando y entonces supe quién era el hombre que atendía el stand,
ya que me respondió con un agradecido "¡...qué casualidad, éste lo he
dibujado yo!", de modo que esa fue la primera vez que Fernando me eligió a mí y yo a él.
Su escuela era
más cara que la de Joso, por lo que
ya ni me planteé apuntarme, pero lo primero que hice fue ir a saludar a Joso y explicarle lo de mi premio. Joso era un tipo muy campechano y su
reacción fue "¡...es que tú eres muy bueno! ¡...tienes que venir a mi
escuela, aunque sea gratis!" Este fue el detonante para que mis padres me
apuntaran a la Joso; se vieron
obligados a pagar porque dijeron que no querían que fuera gratis a ningún lado.
Creo que empecé
con un curso de verano y luego me reenganché para seguir estudiando los sábados
durante un par de años más. Lo que más me impresionó de esas clases fue conocer
a verdaderos dibujantes de cómic; no eran famosos, pero se ganaban la vida
trampeando en el gremio. Lo que menos me gustó fueron las clases de guión, ya
que me parecieron un compendio de las películas que el profesor había visto en
el cine el fin de semana anterior.
Yo era de los más
jóvenes, por lo que entre mis compañeros había gente con mucho talento que
llegaron a hacer algunos trabajos importantes (sólo recuerdo el nombre de Grandío, que llegó a dibujar la portada
de un disco de La Trinca) [se trata
de Juan Grandío Luque, y el disco se
titula "Marro!"].
Durante el
segundo año mi padre ya había muerto, con lo que yo me dediqué más a atender el
tablón de anuncios de trabajo de la escuela que asistiendo regularmente a las
clases. Sentía que debía ponerme a trabajar para ayudar a mi madre que había
quedado viuda con tres hijos. Eso me llevó a participar en una cooperativa de
dibujos animados donde no cobraba, y luego a pintar flores en baúles para un
carpintero.
En 1986 FERNANDO FERNÁNDEZ se dirige a la ESCOLA JOSO con la idea de
formar un equipo de dibujantes que le ayude a realizar sus cómics. ¿Cómo fue el
proceso de selección?
Por ese entonces Fernando ya había cerrado su escuela. Y
yo seguía pasándome por la Joso a
saludar y, de paso, a mirar el tablón de anuncios de trabajo. Combinaba mis
estudios de bachillerato con ese trabajo pintando flores en baúles para un
carpintero, hasta que un día Joso me
dijo que había una oferta de trabajo que me interesaba mucho. Se trataba de
ilustrar un libro del Pájaro Loco (Woody Woodpecker). Yo no le puse demasiado interés, pero entregué uno o
dos folios de muestra por si acaso. Entonces Joso me dijo algo que no tenía pensado decir a los aspirantes; me
contó que tras ese trabajo había un reconocido dibujante que intentaba reclutar
un equipo para trabajar con él, de modo que me convenía esforzarme. No recuerdo
si me dijo el nombre de Fernando,
pero yo entregué otro folio más de muestras y finalmente resulté elegido, junto
con Amadeo Aldavert.
Paco Corachan Iriarte entró bastantes meses más tarde, al igual que Ferran Xalabarder.
Albert: "Esta es la única foto que tengo de Fernando. Me la dio él mismo en su estudio al poco de empezar a
trabajar.
Es un poco anterior a
nuestra época, pero refleja fielmente su carácter." |
Entre 1986 y 1994 formas parte del equipo de FERNANDO FERNÁNDEZ.
¿Cuáles fueron tus primeras obras? ¿Cómo se organizaba la logística del
trabajo? ¿Os reuníais todos juntos en un mismo estudio o trabajaba cada uno en
su propia casa?
Nuestro primer
encargo fue ilustrar un par de libros con los personajes de los dibujos
animados del Pájaro Loco. Amadeo se hizo cargo de uno y yo de
otro. Nuestra principal misión por aquel entonces pienso que era proveer de
trabajo tanto a Eva, su hija, como a
Rosa Lleida, su esposa. Ellas eran
principalmente especialistas en colorear las ilustraciones y ya venían
colaborando con él desde hacía tiempo.
Tras finalizar el
primer trabajo Fernando nos
sorprendió con otro encargo, esta vez se trataba de ilustrar dos historias
sobre un niño y su perro; cuyo estilo era más realista y cercano al suyo.
Mientras el primer trabajo lo habíamos realizado cada uno en nuestra casa,
acudiendo eventualmente a su estudio de la calle Castillejos para discutir los
resultados y realizar correcciones, con éste empezamos a pasar algunas horas
dibujando a su lado, con el fin de verlo directamente al corregir nuestros
dibujos. El lugar era un pequeño pero acogedor sobreático sin vivienda, repleto
de cuadros, cuya amplia terraza había sido cubierta y disponía de grandes
ventanales.
Este proceso de
aprendizaje fue bastante difícil para nosotros porque el estilo variaba mucho
con cada trabajo.
Después llegaron
nuestros primeros intentos de hacer historietas realistas, de héroes y
policíacas, siempre para clientes de otros países. Fracasamos en nuestros
primeros proyectos hasta el punto que los clientes incluso llegaron a rechazar
algún cómic tras haberlo terminado y entintado, aun habiendo superado
aprobaciones periódicas durante todo el proceso de elaboración.
A medida que
pasaban los años pasábamos más horas en su estudio. Viéndole enfrentarse a sus
nuevos desafíos nos empapábamos como esponjas de las dificultades y retos que
nos esperaban en el futuro. El período en el que le operaron a corazón abierto
y su convalecencia posterior fue como un corto descanso tras el cual nos reencontramos
con renovada energía y mayor confianza. En este punto yo empecé a disponer de
una copia de la llave de su estudio ya que muy a menudo acudía a trabajar el
primero; hasta que llegaba alguien más, o no, durante el resto de la mañana.
Paco y Ferran aparecieron cuando ya habíamos
empezado a funcionar más o menos decentemente, pero no recuerdo que ellos
pasaran tanto tiempo en el estudio; más bien creo que trabajaban en su casa y
aparecían eventualmente para hacer entregas y recibir más encargos.
¿Cómo era tu relación con tus compañeros de trabajo? ¿Os juntabais
fuera del trabajo, en vuestro tiempo libre, o cada uno tenía su propio círculo
de amigos?
Amadeo y yo nos
entendimos bastante bien desde el principio. Él era algo mayor que yo, vivía en
un barrio periférico de la ciudad y ya tenía novia. Yo vivía bastante cerca del
estudio de Fernando y tenía un
entorno de amigos bastante grande y fiestero con quienes me reunía en mi casa o
en el bar de al lado. Eso hizo que Amadeo
se sumara eventualmente a las juergas de mi entorno y que yo, de vez en cuando,
acudiera a su tranquilo barrio a dibujar en su estudio cuando había temporadas
de mucho trabajo. Ciertamente a esa edad las cosas se suceden con mucha
implicación y pasión, pero creo que a pesar de nuestras grandes diferencias
mantuvimos una buena amistad, con mucha colaboración tanto en el ámbito
profesional como en el personal.
Al cabo de un
tiempo de trabajar juntos, Amadeo y
yo formábamos un equipo de trabajo más o menos fiable. Eso hizo que Joso contactara con nosotros cuando
recibía algún encargo. Además, Josep
Maria Polls, el profesor de guión de la escuela, era uno de los más
interesados en cada nueva generación de dibujantes ya que, gracias a sus
contactos con la editorial Norma,
conseguía publicar haciendo tándem con ellos.
Así, cuando ya
llevábamos un tiempo de rodaje, obtuvimos un encargo para dibujar un cómic con
guión de Polls para un centro de
educación de menores, titulado "Pasa,
colega!" Fue durante ese proyecto, mientras también trabajábamos con Fernando, que le pedimos a Joso si conocía a otro dibujante que
pudiera ayudarnos con el exceso de trabajo, y él nos envió a Paco Corachan. Le pedimos que nos
entintara un par de páginas, pero el resultado fue tan decepcionante que no
seguimos con él; supongo que Paco no
se sentía cómodo trabajando con nosotros y no le puso demasiado interés. Pero
el caso es que al cabo de pocos días tuvo ocasión de demostrar todas sus dotes
cuando apareció por el estudio de Fernando,
recomendado por Joso, supongo que
tratando de paliar por otra vía nuestro exceso de trabajo.
A parte de ese
cómic con guión de Polls yo iba
respondiendo a cuantos encargos me llegaban. Así realicé algunas ilustraciones
para la agencia Comicón, que
mayoritariamente trabajaba para clientes alemanes y canalizaba muchos encargos
de línea Disney. No obstante, a
pesar de todos mis esfuerzos, durante ese período nunca desarrollé un proyecto
propio. Yo supongo que no sabía cómo abordarlo. Y en ese sentido rememoré mi
recelo por las clases de guión que había cursado, ya que veía como ese profesor
se apresuraba a ofrecerse él mismo como guionista a los alumnos más destacados
en lugar de enseñarles a desarrollar y presentar por sí mismos un buen
proyecto. Polls llegó a pasarme un
guión para dibujar una serie que quería publicar en "Cimoc" pero yo no lo vi claro y cuando fui a hablar con él
sobre el tema me dijo que "como tardaba tanto" se lo había pasado a Losilla, uno de los profesores de
dibujo de la escuela.
¿En qué obras publicadas recuerdas haber trabajado como ayudante de FERNANDO
FERNÁNDEZ?
Hubo una que creo
que se llamaba "Génesis",
en la que aparecían una pareja de adolescentes como protagonistas, y cuya
temática era de ciencia ficción, en la que hicimos nuestras primeras páginas
(publicables).
Desde el
principio yo asumí el rol de dibujante a lápiz y Amadeo Aldavert realizaba los entintados, ya que mi estilo no
estaba aún definido hasta que me adapté al de Fernando, mientras que Amadeo
tenía un proceso de dibujo mucho más consolidado que le costaba mucho adaptar
al estilo de Fernando.
Nuestra
colaboración en el primer álbum de "Argón
el Salvaje" fue bastante limitada. De hecho, el cómic lo avanzó mucho
él mismo hasta que se decidió a involucrarnos a nosotros.
Hacer este álbum
fue emocionante ya que, a diferencia de "Génesis", que creo que era para Italia, éste se estaba
publicando en España en ese mismo momento [en la revista "Zona 84" #57-62, Febrero a Julio 1989]. Para nosotros, ayudarlo en esas
páginas era como aparecer en un directo de televisión por primera vez.
La primera
colaboración la hice yo, ayudándole a mover las naves espaciales. Fernando tenía un estilo muy "Pop"
en el que utilizaba muchos recursos arquitectónicos basados en líneas curvas y
cúpulas, que luego eran muy difíciles de dibujar desde otros ángulos. Él había
creado unas naves espaciales que debían aparecer en muchas ocasiones durante la
historia pero su único recurso era ampliar, reducir e invertir el primer dibujo
hasta la saciedad, mediante fotocopias y una mesa de luz, ya que no dominaba el
uso de la perspectiva hasta el punto de dibujarlas desde otros ángulos.
Nave espacial dibujada por Albert: "Argón 1", página 25, última viñeta. |
Nave espacial dibujada por Albert: "Argón 1", página 30, cuarta viñeta. |
Recuerdo también haber dibujado el robot que aparece en las páginas 38 y 39.
Las primeras páginas en las que yo hice todo el dibujo a lápiz, incluidos los personajes, fueron de la 40 a la 44 [publicadas en el "Zona 84" #60, Mayo 1989].
Tras las primeras
pruebas entintadas por Fernando, mis
páginas las empezó a entintar Amadeo,
y Fernando le daba los toques
finales para homogeneizar la estética, a veces haciéndolo todo él y otras veces retocando la tinta de Amadeo.
Aquí tengo que
hablar de los otros dos colaboradores, aparte de Amadeo y yo, que hubo en el equipo de Fernando. Paco Corachan era muy productivo y llegó a
trabajar bastante en las publicaciones de Fernando.
Paco apareció por el estudio cuando Amadeo y yo ya llevábamos un tiempo
trabajando para Fernando. En "Argón 1" Paco dibujó también algunas naves, y varias páginas completas a
lápiz.
El cuarto
asistente, Ferran Xalabarder, no llegó
a trabajar tanto. Creo que tan sólo llegó a dibujar algunas páginas en los
momentos de mucha faena pero no de modo tan habitual y continuado como nosotros
tres.
El segundo álbum,
"Argón el Salvaje: El Summun"
[publicado en "Zona 84" #69-75, Febrero a Agosto 1990], lo
realizamos mayormente Amadeo y yo.
Durante este período a Paco se le
asignó otra historia para la que se concentró exclusivamente, se trataba de un
cómic a color ["Lucky Starr: Los
océanos de Venus"] que se iba a publicar en la revista "Gran Aventurero" [#5]. Por ese motivo Amadeo y yo nos concentramos en "Argón". No obstante, Paco tuvo que ayudarme en el lápiz de
algunas páginas para poder finalizar la entrega a tiempo, ya que yo era
bastante lento dibujando.
Fernando se sentía
bastante cómodo trabajando sobre los originales de Paco, que era muy rápido, y por lo tanto muy productivo y
eficiente. Yo analizaba mucho la perspectiva y los gestos de los personajes,
con lo cual torturaba mucho el papel con mis repetidas correcciones y borrados.
Eso hacía que mis páginas fueran más difíciles de entintar, ya que la tinta no
penetraba en el papel con la misma facilidad. Eso obligaba de vez en cuando al
entintador a tener que calcar íntegramente la página en otro papel, para poder
trabajar con comodidad.
Para poder
agilizar el trabajo en "Argón 2",
Amadeo y yo pusimos en práctica un
método que nos había funcionado bien con otro cómic que habíamos realizado para
otro cliente. Consistía en que yo hacía el planteamiento de la escena con las
líneas básicas, terminando tan sólo los detalles de los personajes, de tal modo
que, antes de entintar, él debía dedicarse primero a concretar los detalles de
los fondos.
Por otra parte,
creo que es posible que Fernando
también hiciera el lápiz de varias páginas, aparte de sus retoques en el
entintado.
Las páginas que
estoy seguro de haber dibujado íntegramente son la 1 - 16, 32, 38, 40, 44 - 46,
48 - 49 y 52 - 62. En las páginas 17 - 19 y 31 recibí alguna ayuda, no recuerdo
ya de quién. De las demás no estoy seguro. La colaboración era tan estrecha
entre Amadeo, Paco, Fernando y yo, que
incluso pude haber dibujado páginas que ahora no consigo reconocer como mías.
El guión lo hacía
Josep Maria Polls conversando con Fernando. Se ponían de acuerdo con las
líneas básicas y Polls lo
desarrollaba un poco. Luego volvía a aparecer por el estudio al cabo de unos
días con el material y lo seguían ajustando al gusto de ambos, hasta que lo
fueron ligando todo.
Estuvimos muy
ocupados en otros proyectos de series que creo que no se llegaron a publicar.
Hubo algunos intentos de desarrollar personajes tipo héroe de thriller en los
que invertimos muchísimo trabajo y que al final, después de haberse aprobado en
algunas etapas previas, parece ser que se rechazaron. Eso nunca lo llegaremos a
saber, porque nos quedábamos sin cobrar y no nos quejábamos, ya que pensábamos
que era culpa nuestra y que debíamos mejorar más. Esos trabajos creo que se
enviaban a EEUU, ya que la agencia de Toutain
trabajaba para varios mercados, tanto de América como de Europa.
Ese libro fue uno
de esos trabajos que nunca cobré porque se habían rechazado, pero que al
parecer posteriormente se llegó a publicar sin que yo me llegara a enterar.
Otros trabajos
que hicimos fueron encargos para hacer cómics sobre la vida de las fundadoras
de algunas órdenes religiosas; una de esas órdenes era de Barcelona y las otras
de Latinoamérica.
Los últimos
cómics en los que trabajé fueron para la serie "Zodíaco". Recuerdo haber dibujado al menos 4 entregas. Allí Amadeo ya llegó a asumir todo el
proceso (dibujo y entintado) de alguno de los capítulos, del mismo modo que yo
también tuve la oportunidad de hacer lo mismo con otros dos.
La otra ["Acuario: Sirenas", inédita en
España] era una historia de navegantes y sirenas, cuyo guión lo creamos Fernando y yo espontáneamente un día,
sin ni tan siquiera escribirlo, de tal modo que yo debía dibujarlo tal cual lo
imaginaba, sólo que dejando algo de espacio para los diálogos, ya que él los
escribiría cuando estuviera todo terminado, ajustándose a los dibujos (creo que
esa fue la última lección que aprendí de él).
Otra de mis
historias del "Zodíaco", "Capricornio: Noche de tormenta" - "TOTEM el Comix" #37 [Diciembre 1989] - aparece firmada
por Héctor (hijo de Fernando) y el propio Fernando. Yo hice todo el dibujo a
lápiz, Fernando lo entintó, Héctor hizo el guión y Amadeo ayudó un poco con la tinta.
Durante los cerca
de diez años que trabajamos para Fernando
Fernández realizamos una gran
cantidad de dibujos que asumíamos como obra de nuestro maestro sin poner
objeciones, ya que él nos enseñó muchísimo. Tan sólo al final de esa etapa fue
cuando empezamos a darnos cuenta que el dibujante de historietas realmente vive
de los derechos de autor más que de los ingresos de la primera edición.
Con Fernando teníamos pactado que nosotros
cobraríamos de la primera edición en España, mientras que él ingresaría lo que
se percibía de la primera edición en Italia, ya que la serie del "Zodíaco" se publicaba
simultáneamente en los dos países. No obstante, durante la realización de la
serie del "Zodíaco" fue
cuando empezamos a darnos cuenta que no podíamos vivir con esos mingües
ingresos y, teniendo en cuenta que Fernando
asumía que los derechos le pertenecían exclusivamente a él, tanto Amadeo como yo, con mucha pena, nos
vimos obligados a dejar de colaborar con él para empezar a labrarnos un futuro
más sólido.
De "Zodíaco" no sé cuántos capítulos
se llegaron a realizar. Cuando dejamos a Fernando
con el proyecto a medias, sé que terminó recurriendo a otros amigos dibujantes,
entre ellos Horacio Altuna, para
ayudarle a terminarlo.
¿Sabes cuál fue exactamente la razón que tuvo FERNANDO para recurrir a
los ayudantes?
Creo que Fernando recurrió a buscar ayudantes
por varias razones. Primeramente, porque su estado de salud ya no le permitía
trabajar tanto como antes; estaba delicado del corazón; y, teniendo en cuenta
que tanto su esposa como su hija obtenían ingresos como coloristas, era un modo
de mantener la producción familiar. Por otro lado, Fernando ya se había ganado un nombre, con lo que tal vez pensaba
que podía cotizarse más pintando cuadros y retratos para clientes adinerados.
Para abrirse ese camino debía dedicarse un tiempo a realizar muestras de su
nuevo producto, para lo cual nos necesitaba a nosotros para mantener la
producción.
Yo no creo que él
tuviera previsto dejar de lado la producción de cómics. Pero hay que entender
que el cómic nacional estaba entrando en un período de crisis y todos
buscábamos planes B. Toutain, uno de
los editores más carismáticos del país, empezaba a flaquear, mientras que el
cómic japonés estaba entrando con una fuerza apabullante. "Cimoc" seguía con su línea
francesa que le mantuvo a flote. Creo que Ediciones
La Cúpula se salvó durante un tiempo gracias a su apuesta por el cómic
japonés y su línea erótica. Pero Toutain
no supo ver a tiempo que su línea, más afín al cómic americano, debía pasar por
actualizar su sistema de producción. Toutain
basó el éxito de sus publicaciones en la presencia de "dibujantes
estrella"; no de "cómics estrella". Así, en España no existieron
los equipos de creadores trabajando para desarrollar universos tipo Marvel, o personajes como Conan, que luego pudieran saltar
fácilmente a la gran pantalla para retroalimentar a su vez el mundo del cómic.
Y creo interesante remarcar que en este país había material extraordinario para
alcanzar las más altas cumbres del éxito; baste nombrar el universo que creó Vicente Segrelles con sus cómics
magistrales de "El Mercenario".
Tal vez "Argón el Salvaje" fue un último
intento de subirse a ese tren, pero creo que algo falló en el concepto de
equipo. En España no se nos reconocía a los colaboradores con nuestro nombre y
ni mucho menos teníamos atribuido ningún derecho de autor sobre las creaciones.
Creo que eso fue lo que nos desmotivó y nos hizo abandonar.
¿Qué resumen puedes hacer de tu relación con FERNANDO FERNÁNDEZ, en
cuanto a lo que aprendiste como dibujante?
Creo que mi
experiencia con Fernando fue
crucial. Yo no sé qué hubiera pasado con mi carrera de no haberse cruzado
nuestros caminos. Aprendí de él que la profesión de dibujante podía ser viable
y me dio una confianza inestimable en el hecho de plasmar mi imaginación en
dibujos. No obstante, también asistí con él al desgaste que ocasiona este
trabajo. Asumí como una advertencia el ver como ese hombre derrochaba toda su
energía sin llegar a gozar de una vejez reposada y bien merecida. Nunca dejé de
visitarle en la galería donde pintaba sus retratos y pienso que, de algún modo,
tras su muerte me conjuré para reenfocar esa profesión hacia caminos más
alentadores.
En 1994, al finalizar tu etapa con FERNANDO, abandonas definitivamente
los cómics. ¿Fue una decisión personal o simplemente que las ofertas de trabajo
surgieron en otros campos?
Hacia el final de
mi etapa con Fernando me tocó hacer
un año de prestación social en un parque de bomberos (en lugar del servicio
militar), tras lo cual, con 24 años, yo prioricé mi emancipación por encima de
cualquier profesión. Eso hizo que necesitara un contrato de trabajo para poder
alquilar mi propio apartamento. Así que estudié un cursillo de camarero y me
puse a trabajar. Toutain intentó
convencerme de regresar al cómic en ese momento, en esa ocasión mi jefe habría
sido Pepe González, el cual tenía un
proyecto entre manos para hacer cómics de la Barbie, pero sin un contrato yo ya tenía claro que no quería. Al
cabo de unos pocos años ya vivía en mi estudio. Trabajaba de camarero en los
vagones restaurant de los trenes de largo recorrido de la RENFE y disponía de
tiempo libre para dibujar, de modo que me apunté al curso de ilustración de la
Llotja [Escola d'Arts i Oficis de Barcelona] con el fin de sacarme algún título
y lentamente regresar a mi profesión de dibujante, esta vez con más garantías
de futuro. Pero fracasé en ese intento, ya que mi bagaje con Fernando me había situado a años luz de
mis ejercicios de clase y sentía que perdía el tiempo.
Fue entonces
cuando descubrí la Rambla. Empecé a hacer caricaturas por diversión en la
calle, ya que no disponía de televisión y en mi casa me aburría mucho. Me sentí
muy feliz en ese ámbito de trabajo y me dispuse a aprender todos sus secretos
para conseguir algún día ganarme la vida con ello.
¿Tuviste mucho contacto con TOUTAIN? Por lo que has contado, él sabía
de tu trabajo, aunque tu relación era directamente con FERNANDO y no con él.
Recuerdo haber
tenido como mínimo tres entrevistas con Toutain.
Él sabía de mi existencia por medio de Fernando.
Por aquel entonces su editorial andaba buscando nuevos valores, hasta el punto
que el "Zona 84" incluía
en sus páginas centrales un especial ["Forja 84"] de nuevos talentos en cada entrega.
La primera vez
que hablé con él fue en la antigua agencia Selecciones
Ilustradas de la Gran Vía, cuando estaban empacando para mudarse a un local
más pequeño. Mientras esperaba, recuerdo que alguien me dijo que Fernando les había hablado de mí
llamándome "la gran esperanza blanca del cómic", yo diría que se
trataba de Andrés Hispano. En
aquella ocasión Toutain quería
ofrecerme facilidades para que le presentara algún proyecto, de modo que, en
respuesta a mi falta de experiencia con los guiones, me contactó con un nuevo
guionista que ya estaba trabajando para sus páginas; se trataba de Valentín Ramón, con el que mantuve
varias entrevistas con el fin de llevar a cabo alguna historieta. Incluso
llegué a empezar a dibujar alguna página, pero finalmente nuestra colaboración
no prosperó. No nos entendimos, pero nos hicimos amigos y gracias a él empecé a
asistir a un taller literario donde empezaría a escribir mis primeros relatos
cortos.
Cuando asistí a
mi segundo encuentro con Toutain ya
se habían mudado a un pequeñísimo local en el barrio del Putxet. Creo que fui a
comentarle que la cosa no iba bien con ese guionista, con la esperanza de
obtener alguna otra pista, pero me encontré con un hombre bastante abatido. Me
mostró la portada del primer número de una nueva revista que se iba a llamar "COMIX Internacional" [en su
segunda encarnación, editada por Zinco
en 1992], en el que se veía a una guerrera sentada en una especie de silla
eléctrica con varias alusiones a los problemas que estaban acabando con el
cómic. Le vi ilusionado con ese número, porque tenía la esperanza de conseguir
salvar algo de lo que se estaba hundiendo. Pero ya no me dio más ideas de cómo
seguir. Lo vi tan o más perdido que yo, y creo que ya me di cuenta de que su
salud empezaba a tambalearse por el exceso de nicotina.
La última vez que
lo vi fue cuando, al cabo de un tiempo, me ofreció trabajar para Pepe González. Se había trasladado a
otro local un poco mayor y parecía querer darle un impulso al negocio tipo
agencia de ilustradores, pero yo ya no acepté sin un contrato de trabajo. A lo
que él no accedió tras hablar con Fernando
y éste advertirle de mi lentitud y falta de regularidad en las entregas. En el
fondo creo que mi mentor no quiso apoyarme en esto porque estaba algo molesto
por haberlo dejado colgado con el "Zodíaco".
Creo que este fue el detonante definitivo de mi abandono en el mundo del cómic.
Entre 1994 y 1998 trabajas como ilustrador independiente en cine,
videojuegos y publicidad. ¿Recuerdas algunos títulos?
¿O las empresas para las que trabajaste?
Durante ese
período yo me apuntaba a cualquier encargo que me llegara y, en este sentido, Joso era una de las fuentes principales
para conseguir trabajos, aunque no la única. Así que me bastaba con pasar a
saludarle por la escuela para que me comentara que había la posibilidad de
trabajar para un director de cine (Albert
Abril), en cuya película "La recerca de la felicitat" [1993,
"La búsqueda de la felicidad"] aparecía un actor que
hacía de dibujante de cómics y donde necesitaban a alguien que hiciera los
dibujos [y así fue que los dibujos de Albert
aparecieron en la película].
En otra ocasión
me comentó que había una empresa de videojuegos (Gaelco) que estaba contratando a muchos dibujantes; a la que yo
también acudí para realizar algún encargo.
Pero también
conseguía mis contactos por otros lados, de modo que a través de un primo
lejano que tenía una empresa de publicidad (IDG) también realicé muchos trabajos como ilustrador. Uno de ellos
fue la creación de una mascota para FECSA
[Fuerzas Eléctricas de Cataluña, S.
A.] cuyas ilustraciones durante muchos años amenizaron el manual del
usuario de la luz. Como anécdota cabe decir que recuerdo haber recibido ese
manual con mis dibujos el día que contraté la luz en mi primer apartamento.
Otra fuente de
trabajo eran los amigos fanzineros que había conocido en Joso y con los que había compartido estudio. Uno de ellos era David López, que me introdujo en una
empresa informática (Ítaca) para la
que hice una serie de ilustraciones y colaboré en un videojuego para el Club Super3, de TV3 [el canal autonómico catalán]. Él fue mi mentor en el campo de
Photoshop y la ilustración digital.
¿Qué nos puedes contar de tus breves experiencias en el mundo de los
dibujos animados?
El campo de los
dibujos animados y el de los cómics para Disney
eran dos de los que más mano de obra requerían, de modo que a lo largo de mi
vida me senté en varias ocasiones a trabajar para alguno de sus estudios. Mi
primer intento de hacer dibujos animados había sido para una cooperativa que no
iba a pagar hasta terminar y vender el producto, con lo que duré lo suficiente
para aprender los conceptos básicos. Luego hice pruebas para ilustrar Disney y en otra ocasión volví a
intentar lo de los dibujos animados para la productora Animandus, pero la cosa no funcionó hasta que ya tuve mi
experiencia con Fernando. Entonces
otra agencia llamada Comicon me
empezó a pagar por mis ilustraciones Disney.
De todos modos, yo era ya "perro viejo" y sabía cómo hacer un par de
ilustraciones, pero no iba a permitir que doblegaran de nuevo mi estilo para
adaptarlo a los rigurosos estándares de Disney.
Finamente, mi
último intento fue a raíz de mis estudios en Llotja. Ya había tomado la
decisión de dejar de estudiar cuando vi en el tablón de la escuela un anuncio
para hacer un curso de animación 3D de formación ocupacional. Era gratis de
modo que fui, pero ya estaba lleno. No obstante, me dieron la opción de hacer
primero un curso de animación 2D. Accedí, con la idea de dar luego el paso a
las nuevas tecnologías y de pronto, sin apenas terminar el curso, empecé a
trabajar para la productora que pertenecía a los mismos profesores. Se trataba
de Pirulí Movies, que estaba
realizando una serie llamada "Marcelino
pan y vino". Realicé layouts de color para algunos fondos y algunas
colaboraciones para un par de documentales, pero sentí que toda mi experiencia
no se valoraba lo suficiente y que tendría que picar mucha piedra si quería
competir con todo el elenco de dibujantes "Disney" que conocía de mis experiencias anteriores y que ya
copaban los puestos mejor pagados, de modo que me rendí; abandoné el curso y
abandoné los dibujos animados.
En torno al año 2000, te asientas como retratista, artista de calle y
gestor cultural, actividades que parece que al fin satisfacen tus inquietudes
artísticas. ¿Es así o hay nuevos horizontes que todavía no hayas explorado?
Hubo un hecho que
creo que terminó de decidir mi destino. Mientras trabajaba en los trenes como
camarero descarriló un convoy donde murieron dos personas y yo me rompí la
pierna. A raíz de eso me dieron una indemnización que yo invertí en aprender a
pintar retratos por mi cuenta con modelos al natural en los dos círculos
artísticos que hay en Barcelona. Practiqué durante un par de años antes de
sentirme seguro de aprobar el examen para obtener una licencia para trabajar en
la Rambla. Eso me permitió dejar definitivamente el trabajo de camarero en el
año 2000. Durante ese tiempo me involucré en la junta directiva del Cercle Artístic de Sant Lluc y luego,
ya en la Rambla, también fui secretario y luego presidente de la asociación de
pintores de la feria. Desde entonces he trabajado mucho para mejorar la
normativa que regula la actividad de los artistas de calle, para lo cual inicié
los estudios superiores de comunicación en la UOC [Universitat Oberta de
Catalunya], que hasta hoy día sigo cursando lentamente.
Con el tiempo me
gustaría dedicarme más a la gestión cultural y apoyo del arte en general, tal
vez desde alguna organización o administración gubernamental. No sé por dónde
van a seguir las cosas, ya que siempre hay que adaptarse también a las
necesidades económicas y eso, a menudo, lo complica todo. De momento, combino
mis temporadas como dibujante de la Rambla con otros seis meses que viajo a
Camboya, donde desarrollo otras técnicas, a la vez que doy algunas clases de
caricatura en una reconocida escuela de arte del país.
Lo último que
hice es abrir una pequeña galería de arte en Battambang, Camboya, donde hago
caricaturas y expongo mis experimentos. Últimamente trato de desarrollarme como
ilustrador de libros de viajes a la vez que intento nuevos formatos de retrato
adaptados al difícil mercado camboyano. Actualmente mi mayor apuesta es
conseguir que la galería se mantenga abierta mientras yo regreso seis meses a
la Rambla para reponerme de los gastos. No obstante, me gustaría que algún día
mi galería acogiera todo tipo de expresiones artísticas de los talentos
locales.
Albert Tarragó con S. Bandaul,
cofundador
de la escuela de arte de Battambang Phare,
Ponleu Selpak
http://alberttarrago.blogspot.com/
o en Facebook (Albert Tarragó). También me podéis encontrar en la Rambla de Barcelona, frente al Teatro Principal, desde mediados de abril hasta mediados de octubre, todos los días pares del mes (2, 4, 6, etc.), de 11 de la mañana hasta que oscurece, haciendo mis caricaturas en directo. Saludadme si me veis, será un placer intercambiar unas sonrisas.
Muchas gracias, Miguel Ángel.
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